11 octubre 2012
El perrito de la calle Príncipe
Uno de esos
escasos días que bajas al centro de la ciudad, que ya no es tu hábitat, y te
cruzas por la calle con perros divinos de raza, afortunados, bien atendidos y
te suena un montón ese mestizo de yorky con su pelo recortadito, plateado tan
suave, de la correa con su dueña como de toda la vida. Y reconoces al perrito
que llegó gordito pero sucio, con poco pelo en forma de rastas mugrientas,
buenísimo y pancho, muy pancho, al que inexplicablemente bautizaste como Pinky.
Y te llevas una alegría, un empujón que te ayuda a continuar un poquito más.
“Hola:
Este es Pancho.
Mi hermana y yo lo adoptamos en el mes de mayo. Era un día muy lluvioso y el
pobre llegó a casa muertito de frío y un tanto atemorizado. Después de un baño
y comida empezó a sentirse bien. Tuvimos que tratarle una tos muy persistente
que al final acabó remitiendo. Y a día de hoy es una alegría para todos nosotros,
se ha convertido en uno más de la familia. Es un perro súper cariñoso y muy
tranquilo y lo único que quiere es compañía que él constantemente nos agradece.
Nosotras recomendamos a todo el mundo que adopte animales porque para nosotros
ha sido y es una de las mejores cosas que nos han pasado.
Un saludo,
María y Bea.”
Etiquetas:
Finales felices